Marquetería florentina: una historia de tradición e innovación
Publicado: /Última actualización: /Autor: Masayuki Kaneko
Las fotografías se publican con autorización; el texto ha sido revisado por la persona entrevistada.
En el Oltrarno de Florencia, al recorrer los adoquines de San Frediano, aparece un pequeño taller en el Via dei Cardatori 20r. Es ZOUGANISTA, el taller de incrustación de madera dirigido por Takafumi Mochizuki: hoy uno de los poquísimos especialistas en marquetería florentina. Cuando abrió en 2014, ningún artesano en Florencia vivía solo de la marquetería. Este artículo analiza su práctica mediante el marco de las «5C» —Craft (ejecución), Comfort (uso), Care (mantenimiento), Cost (coste) y Continuity (continuidad)— para entender cómo la marquetería florentina perdura y evoluciona en sus manos. El nombre «Zouganista» combina zougan (incrustación, en japonés) y el sufijo italiano -ista, y su lema «Born in Tokyo. Made in Florence.» resume una actitud: crear objetos nuevos con un saber hacer forjado entre dos culturas.
Vídeo: añadir relieve con sombreado en arena (YouTube oficial de Zouganista)
Elegir preservar una tradición florentina en declive

En 2013, cuando Mochizuki obtuvo su permiso de autónomo e inscribió su actividad, Florencia no contaba con ningún artesano que se dedicara exclusivamente a la incrustación de madera. Algunos restauradores veteranos conservaban la técnica, pero nadie la ejercía como profesión principal. Como en otras ciudades históricas, la disciplina parecía apagarse. Formado con el maestro Renato Olivastro y con experiencia comercial, decidió iniciar su propio camino. Su hipótesis era simple: aplicar técnicas tradicionales a objetos contemporáneos crearía demanda. El primer sábado tras la apertura, una transeúnte le encargó incrustar un logotipo en un estuche de cigarrillos: la primera validación. Paradójicamente, la rareza de la competencia se convirtió en un activo, generando valor y sosteniendo la continuidad.
Del comercial al artesano — una sierra de marquetería que cambia una vida

Nacido en Tokio en 1979, Mochizuki estudió gestión y después diseño de interiores antes de trabajar en ventas de mobiliario. Instalado en Florencia en 2007, aprendió en 2008 la restauración de muebles antiguos con Olivastro. La primera vez que tomó una sierra de marquetería «todo encajó». Cortar chapas de 0,7–0,8 mm apiladas en piezas milimétricas puede llevar una semana por obra y exige gran concentración. Su bagaje comercial guía las decisiones del taller; la maestría artesanal garantiza la calidad: un tándem que forja su identidad.
Chapas de 0,7 mm y gestos de antes de la electricidad

El método de Mochizuki conserva la esencia de una era «antes de la electricidad». Apila cinco hojas de chapa de 0,7–0,8 mm y corta con la sierra de marquetería. Las esencias van del palisandro al arce rizado, abedul, nogal, caoba, ébano, wengué, amaranto, roble, pommele, etc. Usa cola animal (cola de piel) y acabado con shellac/pulido a muñequilla. Estas elecciones, cercanas a las prácticas del siglo XVIII, evitan depender de herramientas motorizadas y adhesivos sintéticos. Favorecen además durabilidad y reparabilidad: la cola animal se reactiva con humedad y calor, y el shellac se renueva con pulido y re-aplicación. Existen riesgos —chapas frágiles que se agrietan, temperatura de la cola mal gestionada—; por eso ajusta constantemente según humedad y temperatura.
Componer el contraste con una paleta limitada de maderas

Lo más difícil en marquetería no es el corte, sino el contraste. Con una paleta de tonos limitada, Mochizuki combina orientaciones en cuarto/tabla/raíz y la incidencia de la luz para maximizar la profundidad visual. En su «Panorama Firenze», doce esencias dibujan la ciudad; sombras y cielo nacen solo del sentido de la fibra y la elección de maderas. Parejas de alto contraste, como arce rizado vs ébano, son accesibles; las de gama media, nogal vs caoba, exigen mano experta: una preferencia que alarga tiempo y precio de las piezas más matizadas.
Sombreado con arena y cola animal — acabados florentinos

En Florencia, el sombreado con arena aporta sombras a la marquetería presionando la madera en arena caliente —sin tintes químicos—, preservando el tacto del material y una pátina armónica. La temperatura es crucial: demasiado alta quema la fibra; demasiado baja deja un matiz pobre. La cola animal es central: caliente fluye, fría fija, y sigue siendo reversible para futuras reparaciones —a diferencia de la mayoría de colas modernas. Este enfoque ancla la idea de reparabilidad y continuidad en la marquetería florentina.
Filetes de latón y kintsugi — cuando Japón se encuentra con Italia

Mochizuki puntúa a menudo la madera con filetes de latón, inspirados en la filosofía del kintsugi: sublimar fisuras y ausencias. En un mueble para Tie Your Tie Florence, un logotipo en latón aporta un brillo que ninguna esencia logra por sí sola. El latón también tiene función: situado en aristas de tarjeteros o bandejas de monedas, resiste el desgaste. Su oxidación con el tiempo se aborda previamente con los clientes, con consejos de mantenimiento —una transparencia que refuerza la confianza. Una pieza emblemática presenta a las deidades japonesas del viento y el trueno sobre nogal italiano del siglo XVIII; orificios de carcoma engastados en latón evocan un cielo estrellado: un diálogo entre épocas y culturas.
De las hormas de zapato a las cajas para relojes — incrustación en curvas

Tradicionalmente plana, la marquetería aquí vive sobre curvas. «Carnevale», una horma incrustada con un antifaz de carnaval, exige humedecer las chapas y pegar por etapas para seguir formas complejas. La misma lógica se aplica a hormas de sombrero, pantallas de lámpara, incluso cajas para relojes y monopatines. La función se mantiene: una tapa debe abrir con precisión, una tabla debe conservar su agarre. Ese equilibrio entre uso y belleza explica el interés de aficionados al estilo de todo el mundo.
Una caja para relojes de 3.500 € — precio y valor

Encargada por George Wang de Brio Beijing, una caja para relojes se realizó por 3.500 € (referencia: aprox. ¥ 550.000). Frente a piezas más pequeñas —colgantes en torno a 80 € o monederos sobre 300 €—, la categoría no es la misma. Pero el precio refleja el trabajo: una semana solo para cortar cinco chapas de 0,7–0,8 mm, luego pegado en curvas, sombreado con arena y acabado con shellac —en total, de tres a cuatro semanas. Los objetos pequeños se terminan antes y convienen a quienes compran por primera vez; las piezas complejas se dirigen a conocedores. El mantenimiento es simple: quitar el polvo en seco y aplicar cera de abejas u óleo de visón una o dos veces al año. Gracias a la reversibilidad de la cola animal, una reparación puede devolver el estado original: un plus real a largo plazo.
No se aplicó la conversión de moneda.

El taller como patrimonio — materiales desde el siglo XVII

En Italia, muchos talleres sobreviven a las familias porque los materiales importan. Para restaurar un mueble del siglo XVII se necesitan chapas y herrajes de la época. Once años después de la apertura, las estanterías de Mochizuki albergan chapas, herrajes, cola animal y pigmentos de diversos periodos: un capital que eleva el valor del taller y mejora las restauraciones. El lugar sostiene también la continuidad: tras visitar 20–30 espacios, eligió Via dei Cardatori 20r —a pie del Duomo y del Ponte Vecchio, con precio razonable y espacio suficiente para almacenar con seguridad.
Un año de silencio — superar sesgos como artesano asiático

Al comenzar en 2008 con Olivastro, Mochizuki vivió un año en el que sus saludos quedaban sin respuesta: recuerdo del peso de las redes y de ciertos sesgos persistentes. Pero la rareza del saber hacer también atrajo aliados. Los listados de FeelFlorence y Homo Faber Guide (Michelangelo Foundation) reconocieron su práctica, y en 2015 AD Italia lo nombró entre «20 creativos menores de 40». La lección: la técnica tiene un valor que trasciende fronteras, y cuando los artesanos son escasos, la devoción habla.
Airbnb Experience — transmitir la marquetería en dos horas

A través de Airbnb Experiences, ofrece «Craft a wooden puzzle»: unas dos horas, hasta cuatro personas, en italiano, inglés o japonés. El recorrido cubre historia, elección de chapas, corte, ensamblaje, sombreado con arena y acabado. Las reseñas alcanzan 5,0, y la tarifa es de aprox. ¥ 13.140 por persona según temporada y divisa. Quienes participan entienden por qué la precisión importa: demasiada presión quiebra una chapa fina; por ello comienza con demostración y pruebas sobre retales. Humedecer la chapa aumenta su flexibilidad: una forma sencilla de reducir riesgos. El taller también difunde la cultura de la marquetería: muchos la descubren aquí y a veces se convierten en clientes.
Reparabilidad y aprovisionamiento — por qué visitar 20–30 lugares

Antes de abrir en 2014, Mochizuki visitó 20–30 espacios potenciales. Requisitos: almacenaje con humedad/temperatura estables; un lugar donde ruido y polvo sean asumibles; y acceso fácil para quienes visitan. La elección del Via dei Cardatori 20r cumple estos criterios, a dos pasos del Duomo y del Ponte Vecchio. Para la reparabilidad, la continuidad del taller es esencial: dentro de 10 o 20 años debe existir un espacio, materiales y archivos. Prudencia financiera e ingresos diversificados ayudan a mantener la puerta abierta.
Por qué AD Italia eligió «20 creativos menores de 40»

En 2015, AD Italia seleccionó a Mochizuki entre «los 20 creadores menores de 40 que transforman nuestros interiores», reconociendo no solo la preservación sino también la innovación. Aplica gestos históricos a formas cotidianas —hormas, monopatines, cajas para relojes— y saca la marquetería del museo para llevarla a la vida diaria. Como señaló Vogue Italia, une precisión japonesa y creatividad italiana; Vanity Fair elogió piezas únicas enriquecidas con incrustaciones de caoba, abedul y ébano. En Florencia, se le considera un artesano «Made in Florence» y se le anima a proyectar la ciudad.

Síntesis
A la luz de las 5C, Mochizuki preserva el corazón de la marquetería de antes de la electricidad —chapas finas cortadas con sierra, pegado con cola animal, sombreado con arena y acabado con shellac— mientras la abre a objetos de hoy como hormas y cajas para relojes. Los filetes de latón, en un espíritu cercano al kintsugi, unen sensibilidades japonesa e italiana. El taller se convierte en repertorio de materiales, garante de una reparabilidad a largo plazo. Su experiencia en Airbnb condensa lo esencial en dos horas y siembra vocaciones. El reconocimiento de AD Italia acredita el alcance internacional de su enfoque. El siguiente reto es la transmisión: como raro especialista, ¿cómo hará pasar la marquetería florentina a otras manos?
Información del taller
ZOUGANISTA di Takafumi Mochizuki
Dirección: Via dei Cardatori 20r, 50124 Firenze, Italy
Tel.: +39 331 822 3767
E-mail: mail@zouganista.com
Sitio web: www.zouganista.com
Horario: 10:00–19:00 (se recomienda contacto previo)
Redes sociales
YouTube: ZOUGANISTA / Artisan Training in Italy
Instagram: @zouganista
X (Twitter): @lunapienabytaka
Facebook: Zouganista
note: Memoria de un camino hacia la artesanía en Florencia
Blog: Ameba Blog
Encargos y presupuestos
Consultas por mensajes en Instagram/redes sociales o por e-mail.
Compra/encargo posibles durante una exposición anual en su visita a Japón.
Experiencia en el taller
Airbnb Experience «Craft a wooden puzzle»
Duración: ~2 h / Máx. 4 pers. / Idiomas: italiano, inglés, japonés
Tarifa: aprox. ¥ 13.140 por persona (variable según la temporada)
Patrocinio — Información
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